Almanza
Testimonio de vida
LA CASA
Dionisio Polvorinos Vélez (Almanza)
En la parte del cumbre para acá teníamos la cuadra, ahí estaban las vacas. Y un cerdo. O una cerda que igual paría, también queríamos gochos pequeños pa vender.
Y del medio pa allá era la vivienda, estaba todo unido. Arriba todo era para paneras… para almacén, almacén de los cereales.
Luis del Blanco Valdés (Almanza)
Bueno, arriba se solía llamar el desván.
Dionisio
Bueno, el desván era el segundo piso, pero…
Luis
Era ya… vamos, arriba del todo.
Dionisio
… esta casa no tenía segundo, no tenía desván
Luis
En el desván… en el desván me acuerdo yo donde Jacintín y Ventura subir el grano al desván, ¿eh?
Dionisio
No, hombre, y nosotros aquí subíamos… es que la parte de arriba era más…
Luis
Subir con los sacos de trigo, ¿eh?, por el desván a rodillas, ¡rodillas!, de rodillas, con ochenta kilos y más que pesaban los sacos.
Dionisio
Aquí, en mi casa…
Luis
Pero ¿cómo? ¿cómo podríamos con aquello?
Dionisio
Yo, aquí, los subíamos encima…
Luis
Y cogías aquí el saco y ibas igual que si no llevas nada.
Dionisio
Y el último banzo aquí, en casa de mi padre, que encima si los otros tenían veinticinco centímetros, él tenía treinta. Cuando ya ibas machacao, el último banzo era más alto que los otros.
Luis
De adobe.
Dionisio
Esta… esta nuestra, de adobe. Aquí generalmente todo era de adobe.
Luis
Aquí… aquí que eran todas, no siendo las que se han hecho ahora ya, todo era adobe. Enci…, debajo de la teja, ahí sí era de…
Dionisio
Había una… una clase que llamaban zarzos, unas piezas grandes que se hacía de esto, de brezo de esto.
Luis
De esto de… de vara
Dionisio
Bueno, ¿no oísteis que se quemaron dos casas el otro día aquí?, pues una de ellas todavía tenía el asiento de la teja de esto, de brezo.
Luis
Se puso… se puso la cocina esa económica, que llamábamos…
Dionisio
De hierro, como la que tengo yo
Luis
… como la que tiene Dionisio. Antes una hornacha, que llamábamos, una hornilla de esas baja.
Dionisio
Antes era una hornacha, lo llamábamos una hornacha.
Dionisio
Estaba en el suelo, con un cuadro y allí ponían los pucheros. Allí se hacían las comidas.
Luis
Ahí se ponía los pucheros y ahí, a cocer a los gochos y todo. Sí, tenía una trébede…
Dionisio
Unas trébedes con tres patas…
Luis
… con tres patas y ahí se… se ponía…
Dionisio
Eran unas cocinas…
Luis
El puchero… el puchero que eran de barro los primeros, después ya también les había de porcelana.
Dionisio
Había unas… unas potas, que se llamaban, de porcelana, que eran encarnadas por fuera.
Luis
Esas… esas se ponían en el suelo, vamos.
Dionisio
Esas se ponían en el suelo.
Sí, debe haber una piedra, que una piedra abajo en el suelo, una piedra plana, una piedra grande.
Un piedra plana grande.
Luis
Claro, una piedra, abajo, en el suelo, una piedra
Dionisio
Tabla de roble.
Luis
Tabla. Tabla de roble. Me acuerdo yo cuando se levantó, cuando se puso la cocina económica, se levantó también el piso que estaba de tabla de roble. Y se puso ya de terrazo, de mosaico…
Dionisio
De mosaico, una… una especie que llamábamos mosaico.
Dionisio
Había… había algunas casas que también tenían una especie de placas de… de barro, llamábamos ladrillo fino por arriba… y de barro, ¿eh?
Luis
Y había muchos portales, el portal y también de… de barro solo, de tierra, ¿eh?.
Dionisio
Yo en casa de mi abuela, me acuerdo de que mi abuela me crió de cuatro a diez años, al dejarme mi madre tan joven, y el portal era de tierra… de tierra, que… hombre, podían regarlo pa barrerlo, para que no se levantara polvo, pero era tierra pura.
Dionisio
Luego, la cocina, pues la tenía como todos: la hornacha esa, luego allí había una encimera, esa encimera era de baldosa, baldosa de barro, con un zócalo a las orillas de madera.
Bueno, pues cuatro armarios con cuatro tablas. Cuatro alacenas, que llamaban. Estaba el armario abajo.
Luis
Unos armarios bajos, muy malos.
Dionisio
Muy malos
Luis
¡Claro! Y yo me acuerdo que en tu casa sí la hubo.
Dionisio
Siempre la tuvimos
Luis
En nuestra casa me parece que no… no me acuerdo ya…
Dionisio
En el banco, tenía dos brazos, que aquí había dos agujeros, con unas cabijas, la bajábamos, poníamos un hule de esos.
Luis
Se bajaba y servía de mesa.
Dionisio
Eso, claro, porque es que la cocina era pequeña, pesebres de madera.
Dionisio
Luego algunos ya hicieron de ladrillo, de cemento.
Luis
Bueno, después ya les hicimos de cemento
Dionisio
De ladrillo y cemento, pero los principales…
Luis
Pero primeramente era de roble, robles gordos de esos.
Luis
Se les sacaba todo lo de dentro, partido al medio, se les sacaba lo de dentro y, claro.
LABORES DEL CAMPO
Dionisio
Costanas aquí llamábamos a lo de meter la paja trillada. Se ponían en el carro unas costanas para bajar más paja.
Luis
Sí, a los laterales llevaban esas costanas, y alante y atrás, malla.
Dionisio
Mm, sí, sí, sí.
Luis
Malla de… hecha de… cuerda
Dionisio
Sí, eso también nos tocó bastante trillarlo con las vacas, que aquello era un martirio. Moler, ya ves, el trigo, si tenía esta altura, molerlo con los trillos, con las vacas que eran muy lentas porque por ahí abajo lo molían con mulas o caballerías, que eran mucho más rápido.
Luis
Y empezar a segar, bueno, tampoco nos tocó segar a guadaña.
Dionisio
Lo que no nos tocó fue segar a hoz, que a los padres nuestros sí les tocó segar a hoz.
Luis
Nosotros, la hoz, no.
Dionisio
A hoz y a guadaña.
Luis
La hoz, no. Yo vi mucho a mi madre y a Jacintín ir a por hierba con la hoz, mi madre segaba a hoz, ¡bua!
Dionisio
Segaban hierba las mujeres entonces, pero claro, hierba que igual levantaba doce centímetros o así, oye, y lo segaban a hoz pa traer pa echar a las vacas en la primavera.
Dionisio
Yo, a la escuela, hasta diez años sí que fuimos, pero de diez a catorce… el mes de diciembre y enero.
Yo iba a arar con las vacas, mi padre me dejaba solo porque mi padre trabajaba aquí con un señor que hacía chocolate, iba ahí a jornal. Y tenía que dejar el arao en las tierras porque no se le podía echar a las vacas.
Luis
Claro.
Dionisio
¿Sabes?, el arado se le ponían a las vacas en el yugo, encima, y yo no podía echársele. Le dejaba ahí por la mañana volvía con las vacas.
Luis
Tenías que meter las vacas en una reguera, en un reguero, las patas de alante… las vacas así, pa que bajasen y poder echar el arao.
Dionisio
Pasó esas fichorías con nosotros.
Luis
Ese se quedó sin padre, once años me parece, y me acuerdo de verle ahí, rastreando con las vacas ahí al prao ese de tu abuelo, que era de tu abuelo entonces. Tenía una tierra encima del prao y la había sembrao de titos y fue… fue a rastrearle y… terminó y le traje… las vacas echaron a correr, vamos, que no pudo con ellas, echaron a correr pa el pueblo y le trajeron pa acá y él llorando que no podía detenerlas. Era un chavalín.
Dionisio
Ahí tengo yo uno de hierro, yo tengo uno de los de hierro ahí colgao.
Luis
Tenemos, los teníamos los dos, el de madera que dices tú, que era… tenía un tiro largo.
Dionisio
Pa sembrar potajes y las patatas y eso.
Luis
Ese era para sembrar… no, y el trigo también, y el trigo, el trigo se sembraba también.
Dionisio
El trigo también se sembraba.
Dionisio
Fíjate, pa sembrar una hectárea de trigo con una pareja de vacas y un aradín que te llevaría esto cada vez de tierra. Aquello era morirse.
LOS CORDEREROS
Dionisio
El primer jornal que yo gane. Fui de corderero, con Fabián pa aquel Justiniano y me daba un duro diario, cinco pesetas de jornal, y mantenido. Y tenía que ir, pues abríamos las ovejas a las nueve en el mes de junio y igual veníamos a las diez de la noche.
Lo que pasa que aquí entonces los ganaderos no vendían los corderos como ahora, que les venden de lechazo. Entonces, parían las ovejas en marzo y en mayo-junio, les sacaban todos a la vez…
Luis
Todos… todos al campo, con las ovejas.
Dionisio
Al campo… y había que ir uno con el pastor, porque los corderos se quedaban detrás, se dormían… y a eso le llamábamos ir de corderero. Y a mí me buscaba un hombre que no tenía familia y me daba cinco pesetas diarias.
Luis
Yo, yo con… con el abuelo que tenía, un hombre impedido, impedido, ¿eh?, y que toda la vida con las ovejas.
Pues había que ir siempre uno con él.
Entrevistador
¿No podía andar bien o cómo…?
Luis
Muy mal, andaba así…
Dionisio
Andaba cojo, sí.
Luis
Andaba así, ¿verdad?, así… y claro, tenía que tener un chaval con él. Pues nada.
EL GANADO
Dionisio
Pues tú me dirás en esta cuadra… dos vacas, una ternera…
Luis
Ya, pues, dos vacas y una… una ternera que ibas criando.
Dionisio
Y una un poco mayor para si se moría una pa poder tener.
Entrevistador
¿Y ovejas?
Dionisio
No eran vacas de leche tampoco, eran de trabajo.
Luis
Ovejas, aquí no tuvo, nosotros sí tuvimos algo, sí…
Dionisio
Si, yo tuve cuarenta, hombre. Tuve cuarenta ovejas hasta que fui a la mili.
Luis
¡Ah, sí!, también tuvistes.
Dionisio
Aquí había unos ganaderos que tenían ellos igual trescientas y tenían un pastor y a los que teníamos cuarenta o cincuenta no las dejaban echar con ellos.
Entrevistador
¿Pagabais algo?
Dionisio
¡Oy!, lo pagábamos bien pagao, porque mira, llegaba la época que se cavaba el abono pa sacarlo y los que teníamos cuarenta ovejas íbamos igual que el que tenía trescientas. Pero claro, bastante hacía que nos las admitían allí.
Eran del país.
Luis
Eran del país, que se llamaban aquí antes, tiraban así a negra.
Dionisio
Unas eran negras, otras pardas, otras blancas…
Luis
O igual también, no sé, como la de la montaña, así, parda.
Dionisio
Aquí hasta el año… el año setenta o más no se introdujo la parda, esta parda alpina auténtica. Daba mejores terneros y más leche… y más leche que las que teníamos nosotros.
Luis
Y más leche, porque la que teníamos aquí casi eso ni para la cría daban algo.
Dionisio
De todas maneras…
Luis
Después de que comían poco, porque no comían, después, claro, daban más leche porque ya se las cuidaba.
Dionisio
Se las cuidaba y se las daba menos de trabajar, porque es que…
Luis
Se las cuidaba más.
Dionisio
Una vaca mal cuidada y mandarla a arar todo el día, después ir a ordeñarla… también era un crimen, ¿sabes?
LA VILLA DE ALMANZA
Dionisio
Almanza era distinta, era la capital de esta zona. Aquí estaba el veterinario, estaba el médico, incluso hubo un juzgado de primera instrucción aquí, la farmacia, el médico y la farmacia lo teníamos las veinticuatro horas del día.
Yo una vez estuve malo, unas hemorragias muy gordas y mi padre casi fue en cancioncillos a buscar al médico; y cuando bajo el médico, ya habían pasado por la farmacia pa taponarme las narices, traía los productos y todo eso.
Luis
Sí, sí.
Dionisio
¡Y fíjate hoy!, hay que ir a Cistierna o a León, el médico viene… a las diez abre hasta las dos o las tres.
Dionisio
Después ya estamos igual que todos estos pueblos.
ANÉCDOTAS Y COSTUMBRES
Dionisio
Mi padre estaba de criao y un hombre de otro pueblo más arriba, de pastor. Iban por la noche a cenar y les ponía un huevo frito y les quitaba la yema.
Rosa Vélez Iglesias (Almanza)
¡Ay! Ya lo vi.
Dionisio
El año antes de la guerra.
Rosa
Se hace un ramo, era cuando cantaban misa, un ramo de roscas, ese sí, un ramo con unas roscas que casi ahora les… las comíamos perfectamente porque ahora no se hacen. Sí, cuando cantaban misa primera.
Dionisio
Misa nueva, que se decía.
Luis
Cuando cantaba misa, aquí se ponía…
Dionisio
Se ponían los mayos.
Luis
Un mayo, que llamaban, un chopo… el mejor chopo que habría en el soto.
Dionisio
O dos o tres.
Luis
Si se ponía y… y arriba se… se colgaba…
Dionisio
Ponían un pino
Luis
También… un premio.
Dionisio
Y ponían premios.
Luis
Les ponían roscas de aquellas que hacían y eso. Me acuerdo yo de verle a Jacinto subir ahí, en la plaza, un mayo… alto…
Dionisio
Era muy difícil, porque es que se les pelaba
Luis
Porque estaba pelao.
Dionisio
Se pelaba el chopo, ¿sabes?
Luis
Pelao, el chopo, y claro, te ponías y no eras capaz de subir.
Dionisio
Organillo, organillo lo llaman en Madrid.
Luis
Eso, organillo.
Dionisio
Sí, aquí el baile era con eso.
Luis
¡Anda, que no bailamos ahí…! Yo…
Dionisio
Pero hubo un vaquero que tocaba la zuzaina, Benito, de oído y la tocaba bien.
Luis
¡Cómo me gustaba a mí oírle tocar allá… allá por Torrubero!
Dionisio
Por el monte, tocaba él la zuzaina.
Luis
Sí, que estaba con las cabras y yo estaba con las ovejas. ¡Tocaba!, cómo me gustaba a mí oírle tocar. Cuando fue la madre de Chonona donde el tío Bisbo, pa que le echase la oración de San Antonio.
Dionisio
¡Ah, bueno!, ¿esa era la oración de San Antonio?
Luis
Sí, pero…
Dionisio
Pero faltaba la burra, ¿no?
Luis
Sí, porque le faltaba la burra y no parecía, ¿sabes?.
Rosa
San Antonio es el patrono.
Luis
Porque le faltaba la burra y fue que le echase la oración, a San Antonio, al santo que tenemos aquí en Almanza.
¿Y sabe cuál la echó?
Empezó… ¿tú no lo sabes, Dionisio?
Dionisio
Sí, sí, sí.
Luis
Lobos que andáis por el monte, con la boca abierta y la cola tendida, comer a la burra de la tía María, que está perdida.
Dionisio
De la tía Dolores, que está perdida.
Luis
Bueno, la tía María o Dolores.
Luis
Y dice ella, dice: ¡Joder, Quico, eso no!
EL FRENTE DE LAS JUVENTUDES
Dionisio
Yo tenía dieciséis años. Allí teníamos un profesor que nos hablaba de política. Otro que era de premilitar, y aquel nos enseñó a hacer… a marcar el paso y a desfilar y todo eso.
Y el mayor problema que teníamos allí es que la gente nos miraba muy mal, porque esto fue en el año cuarenta y… cincuenta y siete.
Luis
cincuenta y siete o cuarenta y…
Dionisio
No, no. cincuenta y siete.
Entrevistador
¿Y por qué os miraban mal?
Dionisio
Nos miraban mal porque Villamanín fue muy castigado cuando la guerra, ¿sabes?
Luis
Bueno, tú fuistes después que yo, tú fuistes ya… pero yo…
Dionisio
Y nosotros estábamos allí vestidos de falangistas, una camisa azul y las flechas. Y todos los días… Aquello era un tipo mili, nos levantábamos a las ocho, nos lavábamos, tal, formábamos delante del albergue…
Luis
¡Si tocaban diana, como la mili!
Dionisio
Íbamos con una corona, cantando el Cara al sol por la calle, a un monolito que había de los caídos y como allí les habían dado tralla a la gente esta, a los de Villamanín, miraban por las ventanas, nos achisbaban y cuando pasábamos por allí, al lado de ellos, nos miraban muy mal por eso.
APROVECHAMIENTO DEL MONTE
Luis
Con un honcejo a cortar leña y dale que te dale, me acuerdo la primera, la primera vez que compramos Jacinto y yo un hacha cada uno, nuevo….
Un hacha, un hacha, ¿eh? No había monte pa nosotros, ¡cagüen la leche!
Dionisio
Es que con el honcejo aquel, había que dar vuelta al tronco por un lado, por otro.
Luis
Fuimos en casa del Alopio, compramos dos hachas buenos y fuimos a cortar, que habían dao la leña ahí pa Las Saleras. ¡La que mangamos con los hachas!
Así, y ahora nos cuesta trabajo con un motosierra.
Dionisio
Y la cosa de la leña, pues se iba…
No sé cómo llamaba el guarda, bueno, había un guarda forestal, y marcaba una zona. Íbamos a morenas, decíamos, se cortaba todo junto, se hacían montones aproximadamente iguales y luego se sorteaban.
Y creo… creo que se iba por barrios, ¿sabes? Esto era el barrio de abajo, si había entonces, pues en este barrio, vete a ver, igual iban… Había cuarenta viviendas, pues iban cuarenta personas.
Lo cortaban, hacían lo que te digo, montones lo más iguales posibles y luego los sorteaban. Se hacían unos números, se metían en la boina de un paisano y cada uno… se ponía el número en la morena, y luego el que coincidiera con el número que sacaba de la boina. Pues le tocaba pa traer la leña para quemar.
Sí, sí, entonces existía el distrito forestal, se llamaba, distrito forestal del Estado. Yo fui a jornal, porque aquí, como había mucho monte, se… el pueblo sacaba mucho dinero de cortas, de apeas, que se llamaba, las más gordas, las usaban para traviesas pa… pa el tren y lo otro, pa la mina.
Y de esa… de eso… dinero que sacaron, había que dejar un tanto por ciento pa mejoras, que decían, mejoras del monte.
Y entonces en el invierno, pues nos daban jornales, ya cuando teníamos quince o diecisiete años.
Y el guarda forestal iba él o ponía uno aquí del pueblo, como de encargao, y íbamos a limpiar, limpiar zonas con el dinero de las mejoras, que llamaban, que era el tanto por ciento que el pueblo tenía que dejar pa ese destino, pa mejoras.
¿Cuánto nos daban? Pues mira, yo con… con dieciséis, con quince años que empezaría a ir a esas… a esos trabajos, que íbamos a las a las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, y paramos una hora para comer.
El primer jornal que ganaría allí en el Monte, dieciséis pesetas. dieciséis pesetas en el año cincuenta y siete, podría ser.
Dionisio
Pues mira, nosotros lo teníamos ahí. Mi padre traía del monte un roble así gordo, con una horqueta arriba y ponía un poste a un lado, otro a otro y luego otra rama gorda, cruzada, y arriba echábamos la leña. No era leña gorda como esa que tengo yo ahí, porque claro, no se podía cortar con honcejo aquel y abajo echábamos la basura de las vacas. Las vacas ahí, las limpiábamos todos los días y algunas veces a dos horas, y lo echábamos ahí, la basura debajo. La leña arriba.
Claro, eso es mi padre lo hacía porque tenía poco corral, poco patio, los que tenían mucho, tenían sitio pa todo, lo echaban en el suelo. Eso lo llamábamos la tenada, otros el leñar. Mi padre decía: “Vamos a preparar una horqueta pa mejorar la tenada”.
No, aquí, aquí en Almanza había un carretero, que hacía carros y… Y era… era muy importante, tenía cuatro o cinco hijos y hasta que fueron bien mayores, trabajaban todos en la car.. en la carpintería o carretería, que allí tenía un letrero ponía Carretería Miguel Fontecha.
Y yo creo que en los carros no usaba roble, fíjate, traía de negrillo, que aquí había unas negrilleras fantásticas hasta que le entró la enfermedad esa.
Hacía la viga del carro y lo que llamamos el desojao (deshojado/desojado) de… de negrillo y las cosas de las ruedas, yo creo que iba a ser de haya. De roble pa los carros…no metía. Y el roble este de aquí pa edificar y pa eso no vale. Pa tabla, no vale. Aquí el uso que más se le daba era eso, lo de las apeas y pa las vías.
El monte en extensión es el mismo. Había más lo que eran apeas de esas buenas, había más porque se cuidaba. Y yo no sé si son los tiempos o qué, ahora enseguida el roble por arriba se pone como seco la punta y muere.
Antes, en una de esas casas que se quemó tiene unas vigas ahí, en los soportales, que eso será más duro que el hierro.
Y no sé, claro, tenían que respetar muy bien las épocas y saberlas. Porque hoy cortamos un roble igual en abril que en mayo, que cuando sea y enseguida pues la carcoma o… lo mete mano y antes no, hay vigas… aquí, esta casa, que esta casa era de mi padre, ahí hay unas vigas que… que igual… igual cuando las escuadraron eran como este cesto, gordísimas y están, te pones a cortar y están sanas como el primer día.
Pues yo no, yo no sé. Mi padre hablaba algo de… del menguante o el creciente de enero.
Entrevistador
Yo siempre aviso del menguante de enero…
Dionisio
Del menguante, del menguante de enero cortarás tu madero.
Pero vamos, yo creo que hasta marzo, enero y febrero eran buenas épocas.
Y eso me decía a mí el hombre este, dice: “la mejor época pa cortar un mango de roble es a últimos de septiembre.” Pero claro, la gente de antes tenía que saber mucho por eso, porque aquí todas las casas eran de adobes, pero de roble… esta cuadra, si queréis luego la vemos, está todo sobre postes. Pero postes cortaos en buena época.
Y de hecho antes, ya te digo, que nos daba la leña en noviembre y ahora lo máximo máximo que te dejaba era abril. Después ya no se podía cortar ni… ni la gente esta que se dedica a cortar chopos podían cortar desde…desde abril a noviembre y ahora cortan en todas épocas. Y, claro, no cabe duda que cuando la savia está arriba, la madera tiene que quedar más floja.
Dionisio
¿Un tronzador? ¿Tú no le conoces qué es un tronzador como de… de dos metros de largo?, se tiraba uno por un lao y otro por otro. Así cortaban aquí los robles la gente y las apeas y todo eso. Les preparaban bien, con… les afilaban con una lima y eso. pero, claro, eso era mucho trabajo.
Pues mi padre tenía un tronzador de esos y aquí, en el corral, preparábamos un… una especie de templete, como el taburete ese a un lao y otro al otro, poníamos la rama en el medio y con el tronzador, uno de un lado y otro de otro.
EL CISCO
Dionisio
Pues ese carbón, la mayoría se usaba pa braseros. Yo hice, claro, dices que si no hacíamos… yo hice… Cuando te digo que íbamos en los inviernos a limpiar el monte, lo que era un poco fuerte, gordo, lo dejamos aparte. Hicimos, pero no era carbón, se llamaba cisco.
Se usaba pa braseros.
Entrevistador
¿y eso cómo se hacía?
Dionisio
Eso, eso no había que taparlo como el carbón. Eso cuando íbamos rozando el monte, ya dejábamos el montón de leña preparada y cuando decimos cisco, hacíamos el cisco con una horca que preparábamos nosotros en el monte de dos guinchos, cogíamos el montón y se hacía una hoguera, pues, pues muy grande. Luego, cuando ya estaba hecho el cisco, recuerdo que igual en algunas sacábamos treinta sacos de así, de esta altura. Se quemaba y, claro, alguna vez que cogía mucha fuerza y ardía muy bien. Y había que dejarlo que quedará todo brasa, cuando estaba hecho brasa, aquello era era muy duro pa… pa apagarlo, con unas palas con el mango largo, unos… uno de un lado y otro de otro, íbamos dándolo vuelta y uno con un caldero, echando agua o con una regadera pa irlo apagando, hasta que quedara, pues, como el carbón, quedara lo que llamábamos cisco, que era, pues trozos así, menudos, de carbón.
No, no a nosotros nos pagaba veinte pesetas diarias de jornada y aquello era criminal, ¿eh?, cuando el fuego…, cuando la cisquera estaba ya que teníamos que empezar a apagar, a tres metros no te podías arrimar, pero había que arrimarse pa apagarlo.
Los pantalones igual a fin de temporada que eran aquellos de Mahón hacías así, y así se marchaba todo, y veníamos con una pinta como carboneros, porque claro, hacía viento y lo movías con la pala, lo dabas vuelta pa un lao y el otro echando agua, tú verás que polvo salía allí de humo, ceniza, de todo.
Por las tardes, cuando veníamos y hacíamos cuatro o cinco carboneras que ocupaban, pues una extensión de…, te voy a decir… era un círculo, que fueran treinta metros cuadraos.
Por la noche cuando veníamos para casa lo hacíamos todo montones chiquitines, separaos, por si quedaba alguna brasa y se prendía, que se quedara…, se quemara solo un montonillo de aquellos. Y más de una vez, más de una vez se quemó algún montonillo, pero ya les dejábamos preparaos pa que no pasara el fuego de unos pa otros.
EL ROBLE JATERO
Dionisio
Aquí hay robles, hay uno en la zona de la cota, que llamamos, se llama el roble jatero. Y es que aquí hubo cabañas, siempre. Subía para arriba, para el monte, el quince de mayo y bajaban el once o el uno de noviembre. Y si parían allí varias vacas, cuando el ternero era pequeño, dos o tres días, en ese roble, que te digo que llaman el jatero, estaba hueco por dentro abajo y allí igual metía dos o tres terneros, los dos o tres días primeros pa dejarles allí, porque no seguían luego a la vaca, ¿no sabes?
Entrevistador
Por eso se llama así.
Dionisio
Por eso se llama el jatero, es el, posiblemente, es el más gordo, pero hay, hay buenos ejemplares aquí de robles.
LAS CERRADURAS
Dionisio
No, bueno, sí, aquí las zonas de los valles por cerraduras, llamábamos, cerraduras de cierro vivo que son balsas, espinos y eso. Eso se cerraba pa llevar las vacas en la época de pastado. Pero las otras tierras no, estaba todo libre. Había muchas servidumbres, que había algunas discusiones y esas cosas ¿no? Porque, claro, había que… algunas fincas que no podías entrar hasta que no segara otro.
LAS FERIAS
Dionisio
Aquí, aquí había las mejores ferias de, seguramente, de la provincia de León.
Y aquí había un mercao todos los lunes, que se hacía ahí, en la plaza. Aquí venía gente a vender, pues un saco de trigo o incluso venían mujeres de aquí, de los pueblos, con dos o tres docenas de huevos y celemines de fréjoles y cerdos pequeños. Había unos mercaos terribles, las ferias eran el veinticinco… tal día como hoy, estamos a veinticinco, veinticinco de marzo y veintiséis de noviembre. De ganao eran dos días, venían vacas, pues yo que sé hasta de Potes y por ahí, de la zona de Santander. Y las había en Puente Almuhey también, tan buenas o mejores como estas.
LA MINA Y LA EMIGRACIÓN
Dionisio
Aquí donde fue mucha gente… Yo les conocí, pero claro, ya no recuerdo de cuando iban a trabajar, fue hasta Sabero, a Olleros, de aquí, de Almanza, en Olleros hay muchas raíces de gente que fue a la mina. Y venían los fines de semana.
Allá después de la guerra, cuando anduvo tan malo aquello de la comida y eso, los hombres venían, yo, incluso hasta andando.
Era mucha gente la que había aquí, ya te digo, si aquí pudo haber ochocientos habitantes.
Entrevistador
Luego marcharon mucho para Bilbao.
Dionisio
¡Huy!, en el año, el año… yo estuve tres años en Bilbao. No me gustó, digo nada, yo me voy a mi pueblo. Me gustaba la agricultura, y en el cincuenta y ocho al sesenta y dos o así, el tren de La Robla, este que va de León-Bilbao llegaba a Bilbao en el mes de septiembre, sobre todo, aquella era la hostia. Todos los días iba el tren a tope de gente que… porque, claro, en aquella época en Bilbao llegabas hoy y mañana ya ibas a trabajar, bien fuera a la construcción o a empresas fuertes, como la de Altos hornos, La Vasconia.
LA LUCHA LEONESA Y LOS BOLOS
Entrevistador
Lucha había aquí.
Dionisio
Sí, lucha leonesa sí hubo. Luchadores aquí no hubo así de estos que… que tuvieran fama, pero luche siempre se hacía, el día de San Antonio se hacía un gran corro. San Antonio es el patrón. Incluso aquí, ahí según se baja, a treinta metros, tenemos un soto ahí que está de chopos y dejaron sin poner de chopos lo que es el corro de la luche y hace…, pues el año, el año que hice yo esa ortografía, en el año sesenta y dos. Ahí me acuerdo que hubo un corro de luche extraordinario, venían, pero más bien era así, de la… de la zona.
Entrevistador
¿Había aquí en el pueblo?
Dionisio
En Villaverde, en Villaverde, habían mucha gente, mucha afición, y venían a luchar aquí.
Entrevistador
¿Y aquí? ¿Había alguno de aquí?
Dionisio
Sí, bueno, bolos estos años han resurgido un poco, pero solamente el mes de agosto, cuando vienen la gente de aquí que marchó, pues vienen algunos que les gustaba jugar entonces. Y sí, ahí hicieron una bolera muy curiosa. Y se juega, pero una vez que marchan, quedamos cuatro, aquí ya no… no somos ni gente.
Sí, el de la media bola, y ese es el más difícil, ese es el que hay que mover la bola que salga para hacer el ahorcao, que llaman, que ahora cuentan de distinta manera.
LAS MADREÑAS
Dionisio
Yo gasté muchas y las hacíamos un agujero en las… ¿cómo se llamaban estas?… donde se clavan las gomas, no me acuerdo ahora como lo llamaban, a la madreña, pero nosotros… nosotros hacíamos los tarucos de roble, este y yo. Y hacíamos unos agujeros con un barreno, y metíamos el taruco. Las pealeras, yo creo que las llaman.
LAS CANDELAS
Dionisio
Y hoy, pues el día de la fiesta también traen a un zuzainero, de esos que vienen tres o cuatro y hacen lo mismo, un pasacalle, bajan hasta aquí, dan unas vueltas por ahí, ellos solos.
La diana, esa famosa aquí, no, no hubo nunca. Eso de andar por… por las calles, aquí lo que hubo, que yo ya cuando fui mayor, no entré nunca, hacían una fiesta que llamaban las Brígidas. Las hacía, eso la celebraban el día de las Candelas. Y ocho días o quince antes los mozos, pues andaban por ahí por las casas pidiendo. Les daban chorizo, te dan tocino, otro le daban un duro, bueno, un duro, no, una peseta de aquella. Y lo que pasa es que luego el pueblo les… les dejaba traer carros de leña, igual traían diez o quince o veinte carros de leña y lo vendían. Y el día de las Candelas hacían una fiesta muy grande, claro, como había mucha gente en el pueblo.
Entrevistador
¿Y eran solo mozos? ¿O mozos y mozas?
Dionisio
Lo hacían solo los mozos.
Luego traían una orquesta que había ahí en Villahibiera. Ahí siempre hubo unos señores que se dedicaban a tocar por las fiestas, le llamaban Cañón.
LA CUARESMA
Dionisio
No, enseguida dijeron: “hay que pedir permiso al cura” y tal. Fuimos y dijo que no, en Cuaresma no se podía bailar.
Entrevistador
¿Y qué más no se podía hacer?
Dionisio
Bueno, pues si hubieran podido entrar en las casas, no te hubieran dejado hacer nada.
Entonces, no sé, ¿tú oístes hablar de la bula?
Entrevistador
¿Cómo era eso?
Dionisio
La bula era un papel que si no sacabas en la Iglesia y recuerdo que últimamente… valía once pesetas. La gente iba y, claro, aquí el noventa por ciento o el cien por cien había que ser católicos, quisieras o no. Si no sacabas la bula esa, decían que no podías comer carne en la Cuaresma.
LA ALIMENTACIÓN
Dionisio
Nosotros aquí pa el campo se desayunaban sopas, pero secas. Secas era que lo remojaban el pan y luego lo arreglaban, la sustancia que echasen, en el aceite con pimiento, ajo… lo echaban por arriba.
Pa comer… el pan nuestro de cada día era el cocido, cocido bueno, ¿eh? Cocido con sopa, garbanzos, luego relleno, chorizo del cerdo que se mataba en casa, costilla de cerdo. Y, como teníamos ovejas, pues siempre también se mataba alguna oveja, se aprovechaba pa el cocido. Y el relleno, que lo hacían con huevo y pan.
LA PESCA
Dionisio
Aquí, este río tenía mucha, mucha pesca: barbos, barbos y truchas y cangrejos hubo mucho hasta hace… hasta hace quince o veinte años.
Entrevistador
¿Tú pescabas?
Dionisio
Sí, sí, yo pescaba, sí, ahí tengo las redes, que te las puedo enseñar. Yo aquí con otros amigos, igual poníamos la red de por la noche, atravesábamos en el río en la zona donde sabíamos que había barbos, por la mañana madrugábamos, aunque hubo una época que no te vigilaban ni nada y hace cuarenta o cincuenta años, no te vigilaban. Sacábamos diez o doce o quince kilos de barbos. Y truchas, y truchas, sí, sí, pa nosotros.
Aquí hubo unos señores, uno era el dueño de esta casa y otro era el herrero. Esos pescaban en los inviernos porque aquí el río antes tenía muchos tablizos, ahora nada, se ha cegado. Tablizo, pues era una zona igual de dos kilómetros donde había metro y medio de agua a dos metros. Los puertos de los molinos, en todos los pueblos, aquí hay molinos.
Pues estos dos hombres se dedican a pescar y lo vendían luego.
LA TOPONIMIA
Dionisio
Hombre, aquí en Almanza, aquí tenemos lo que llamamos la Cota. Pero la Cota es donde iban las vacas antes, allí dormían, ya te digo, desde… desde mayo a noviembre y dentro de la Cota esa, pues hay, hay varios nombres, una zona que llamamos los Llanos, otra que llamamos Majada nueva, otra se llama Majada la Zarza. Otra zona que llevamos Cornalto. Y eso está todo escrito en los mapas que tienen ICONA y estos.
Y luego tenemos otro valle, Valle de las Pecinas, los Corralinos, la Solanona, Torrubero, hay cincuenta mil nombres aquí en el Monte de Almanza. Eso se perderá.
LA CESTERÍA
Dionisio
Pues hombre, ahora mal, ahora mal porque no puedo, pero estos se hacen, antes les hacía en el suelo pa hacer el hondón, el hondón es lo peor de hacer y esto como mejor se hace es en el suelo, porque tienen que estar las varas tendidas, y entonces pones las rodillas, sujetando las varas, y con la mano las vas…pero ahora, como ya no me soy de arrodillarme, este menisco me lo rompí y tengo más reuma que la leche, les hago encima de una mesa y no me quedan tan bien.
Después, una vez que haces el hondón, ya que recoges las varas, pues ya se hace igual. Y luego esto se lo pongo por… por adorno, son cuerdas de alpacas que me dan los que tienen aquí ovejas… por adornos y por sujetar esto. Mira, este está muy flojín, ¿sabes por qué?, porque si corté las varas tal como hoy, le hice mañana. Hay que dejarlas que…
EL VINO
Dionisio
Aquí, aquí hubo viñas, pero no maduraba el vino, porque el mal clima.
Había… hubo gente. El padre de este la tenía y, bueno, pues igual hacían treinta cántaros. No sé el cántaro si tenía dieciocho litros.
Y bueno, pues ellos al final lo… lo bebían, pero cuando llega ahora… llegaban los calores, aunque lo tenían en pipas de madera, se estropeaba mucho.
Lo llevábamos por ahí a arar y, si te descuidas un poco, se estropeaba. No maduraba bien el vino.
Entrevistador
O sea, que sí que había alguna viña, pero poca.
Dionisio
Hubo una época allá por el año cincuenta y cuatro, o así, que la gente aquí le dio por poner en… en las tierras ruines, poner viñas. Porque claro, el vino… aquí había pocos ingresos y el vino costaba dinero. Bueno, pues si tenía tierra ahí abandonada, y a los tres o cuatro años les daba vino pa el consumo del invierno, por lo menos, y se arreglaban con ello, pero era de muy pocos grados y poco cuerpo. Se estropeaba.
Entrevistador
¿Lo pisaban en casa?, ¿tenían lagar?
Dionisio
Sí, sí, hubo gente que hizo lagar. Un lagar cuadrao de cemento, igual de dos metros por uno cincuenta, lo pisaban y lo sacaban, lo dejaban fermentar y lo pasaban…
Ellos. No, no, ¡qué va! Eso, cuando éramos chavales, era una alegría pisar el vino. Allí, los chavales, se pisaba en pies porque no había ni botas de goma.
Nosotros, mi padre, no teníamos y bajaban con el carro por ello a unos pueblos ahí al lado de Sahagún, que se llamaba Calabuey, Castellanos, Banecidas… Y a Cea, de último, mi padre se… tenía un amigo que se hicieron una feria en Puente Almuhey y aquel hombre, ahí en Cea, el hombre valía pa ello y hacía un vino… tenía buena bebida. Tenía así un poco de aguja, parecido al… al famoso este prieto picudo, pero yo creo que era mucho más flojo, tenía menos acidez que el prieto picudo.