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Amor más poderoso que la muerte. Conde Niño – Sahelices del Payuelo

Romance

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Categorías
Tradición oral
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Subcategorías
Romances
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Descripción

Romance sobre la aventura amorosa: amores con final trágico. Audios recopilados en La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero (2019), de David Álvarez Cárcamo.

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Transcripción

Madrugaba el Conde Linos       mañanita de San Juan,
a dar agua a sus caballos       a las orillas del mar,
mientras los caballos beben       él decía este cantar:
—Camisa la mi camisa       ¿quién te pudiera lavar?
Lavarete, torcerete       colgarete en el rosal.
Lo oyó la señora reina       del palacio donde está.
—Mira hija como cantan       las sirenas en la mar.
—No son las sirenas, madre       no son las sirenas tal,
que es el señor Conde Linos       que por mis amores va.
—Si por tus amores viene       yo le mandaré matar.
—Si le manda matar, madre       a mí me mande enterrar.
Él murió al anochecer       ella a los gallos cantar,
ese otro día domingo       juntos les van a enterrar.
A ella como hija del rey       la entierran junto al altar
y a él como Conde Linos       un poquito más atrás.
Ella se volvió un olivo       él se volvió un olivar,
cuando la reina iba       allí prendía su briar,
la reina como es celosa       luego les mandó cortar.
Ella se volvía paloma       y él se volvió palomar,
cuando la reina comía       al plato iban a picar,
la reina como es celosa       luego les mandó matar,
y el hombre que los tiraba       no tiró más que a espantar.
Ella se volvió una garza       y él se volvió un gavilán,
la garza como es ligera       de un vuelo pasó la mar
y el gavilán como es torpe       de dos le vino a pasar.
Ella se volvió una ermita       él se volvió un rico altar
y en la ermita había       una fuente perenal,
donde cojos y tullidos       van todos allí a curar.
Lo supo la señora reina       y con un ojo fue a dar.
—Por Dios te pido, ermitaño       por Dios y la Trinidad,
me dejes lavar este ojo       en tu fuente perenal.
—Quiten la señora reina       quiten la reina p’allá,
cuando fuimos enamorados       luego nos mandó matar,
cuando fuimos arbolitos       luego nos mandó cortar,
cuando fuimos pajarcitos       luego nos mandó tirar
y el hombre que nos tiraba       no tiró más que a espantar
y ahora que somos santos       nos viene usted a visitar.
Por la leche que mamé       de su pecho virginal,
le dejo lavar ese ojo       del otro no verá tal.
—Válgame nuestra señora       válgame el santo San Juan.