Cerrar
Borrar registro
Va a proceder a borrar el registro con nombre El paje y la infanta – Peranzanes
Borrar
Cerrar
Antes de publicar
¿Certificas que todos los datos son correctos? Tras la publicación, el registro quedará bloqueado. Más tarde podrás desbloquearlo. Si lo haces, quedará constancia de las modificaciones introducidas tras el desbloqueo.

Guarda el registro como borrador si no lo has completado y vas a continuar en otro momento.
Publicar y bloquear
Cerrar
Desbloquear registro
No olvides volver a publicar el registro tras realizar los cambios.
Desbloquear y despublicar

El paje y la infanta – Peranzanes

Romance

o
Icono cerradura
o
Categorías
Tradición oral
o
o
Subcategorías
Romances
o
o
Descripción

Romance con referente épico francés: caballeresco. Audios recopilados en La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero (2019), de David Álvarez Cárcamo.

o
o
Transcripción

Una mañana de junio       se levanta Gerineldo,
a dar agua a los caballos       a las orillas del Ebro.
Mientras los caballos beben       Gerineldo echó un cantar,
la infantina que lo oye       luego le mandó llamar:
—Gerineldo, Gerineldo       paje del rey tan querido,
si fueras rico en hacienda       como eres galán pulido,
dichosa fuera la dama       que se casara contigo.
—No se burle la señora.       —No me burlo Gerineldo,
no me burlo Gerineldo       que´o de veras te lo digo.
—Si me lo dice de veras       irémonos al castillo.
Y allí se acuestan los dos       como mujer y marido.
Eso de la media noche       y un sueño al rey le ha venido,
que le duermen con la infanta       o le roban el castillo.
Pregunta por Gerineldo       que le traiga el vestido,
pregunta por Gerineldo       dicen que no le habían visto,
pregunta por Gerineldo       que le traiga los zapatos,
pregunta por Gerineldo       dicen que no lo encontraron.
Coge la espada en la mano       y al cuarto de «inf» ha ido,
allí los ve a los dos       como mujer y marido.
—Ay de mí triste, cueitado,       ay de mí triste, Dios mío,
yo si mato a la infantina       mi reinao queda perdido,
yo si mato a Gerineldo       lo crie desde muy niño,
pondré la espada en el medio       pa que sirva de testigo.
—Ay de mí triste, cueitada,       ay de mí triste, Dios mío,
la espada del rey mi padre       quién aquí la habrá traído.
—Ay de mí triste, cueitado,       ay de mí triste, Dios mío,
ay de mí triste, cueitado,       por dónde me iré Dios mío.
—Vete por esos jardines       cogiendo rosas y lirios.
El rey como lo sabía       al encuentro le ha salido.
—¿Dónde vienes Gerineldo       pálido y descolorido?
—El fragancio de una rosa       todo el color me ha comido.
—No me mientas Gerineldo       tú con la infanta has dormido.
—Máteme su alteza mate       bien lo tengo merecido,
ay de mí triste, cueitado,       y ay de mí triste, Dios mío,
lo que heredo de mis padres       no hay pa la infanta un vestido.
—Si la has de vestir de seda       vístela de sayal fino.
—Ay de mí triste, cueitado,       ay de mí triste, Dios mío.