La apuesta ganada + El veneno de Moriana – Tabuyo del Monte
Romance
Romance sobre la aventura amorosa: el transformismo como ardid amoroso. Audios recopilados en La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero (2019), de David Álvarez Cárcamo.
Se incluye fragmento interpretado por Tomasa Fernández, madre de Victorina.
—Y apostado tengo madre no sé si podré ganar,
a dormir con Marianita y antes del gallo cantar.
—Pa qué apuestas «hija» mía cosas que no has de ganar.
—Y usted como madre anciana buen consejo me ha de dar.
—Quítate el traje de cura y póntelo de sayal
y al palacio de Mariana tú te vas a pasear.
Todas damas y doncellas todas salen a mirar,
también salió Marianita por su balcón a mirar.
—¿Qué señora será aquella que tan largo paso trae?
—Tejedora soy señora que vengo de junto al mar
y una tela tengo urdida y otra tengo en el telar
y una tengo enredelada y otra por enredelar
y por falta de la seda no la he podido acabar,
si usted la tiene señora yo se la vengo a comprar.
—Yo la seda sí la tengo solo está por devanar,
—Prisa, prisa a sus criados que a la seda a devanar,
que una mujer a deshoras ya ve que parece mal.
—Si es por eso la señora en mi casa dormirá.
—Tengo miedo a sus criados no me vayan a hacer mal.
—Si es por eso la señora en mi cama dormirá.
Y a eso de la media noche Marianita voces da:
—Levantaros mis criados si os queréis levantar,
la tejedora de anoche tejedor se ha vuelto ya.
—Calla, calla Marianita contigo me he de casar.
—Sosegaivos mis criados volvervos a sosegar,
que estos son los malos sueños que a mí me solían dar.
«Después decía mi madre: ahora viene la segunda parte»
—Buenas tardes Marianita y a brindarte vien tu amigo,
que te vengas a mi boda que se celebra el domingo.
—Y esa boda don Alonso yo creí que era conmigo.
—Es con una prima tuya que casi dará lo mismo.
Marianita como lista tiró un brinco a su jardín,
las siete hojas del veneno luego se las trajo allí,
las pisó en un almirez y le echó un vaso de vino.
—Suba, suba don Alonso suba, suba para arriba,
comerá de mi pan tierno beberá del tinto vino.
—¿Qué me echaste Marianita qué me echaste en este vino?
—Ojos de salamanquesa sangre de lagarto vivo,
que te queme en las entrañas y te avive en los sentidos.
—¡Quítamelo, Marianita! Me tengo casar contigo.
—Yo ahora quitarlo no puedo y si pudiera era lo mismo.
—Solo siento a mi esposa sin haberla conocido.
—Y no me sientes a mí que contigo tuve un hijo.