La difunta pleiteada – Turienzo de los Caballeros
Romance
Romance sobre la aventura amorosa: amores con final trágico. Audios recopilados en La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero (2019), de David Álvarez Cárcamo.
En la ciudad de Barcelona solo una doncella había,
rendidita anda de amores de noche como de día,
la pretendiera el don Juan amores que ella quería,
su padre la quiere casar a disgusto y cortesía.
Determinaron las bodas para la iglesia caminan
y en el medio del camino diera un suspiro la niña
y un poquito más alante le preguntó la madrina:
—¿Por quién suspira la blanca por quién suspira la niña?
—Suspiro por el don Juan que por ahí arriba camina.
—Esos amores, la blanca, esos amores la niña,
esos amores, la blanca, para ti no convenían.
—Y al poner el pie en las gradas y al tomar agua bendita,
tengo de pedirle a Dios y a su madre que es María,
que no me goce don Carlos ni una noche ni un día.
Según la niña lo pidió así Dios se lo concedía,
el domingo se casaron y el lunes murió la niña.
La llevaron a enterrar al pie de la Virgen María
y al cabo de algunos meses don Juan por allí venía,
alzara los ojos arriba viera una blanca niña,
cubierta estaba de luto de los pies para arriba.
—¿Por quién guardas luto, blanca por quién guardas luto, niña?
—Lo guardo por una hermana doña Ángela de Medina.
—Dime dónde está enterrada doña Ángela de Medina.
—Está en el altar mayor al pie la Virgen María,
para que aciertes mejor tiene una losa encima.
—Fuera a casa el sacristán a que las llaves le diera
y aún no había llegado las puertas ya se le abrían.
Sacola y desenterrola y sentola en las rodillas,
allí cosas le pregunta y allí cosas le decía,
allí cosas le pregunta como si estuviera viva.
Al ver que nada contesta al ver que nada decía,
sacara un puñal del pecho de oro que con él traía,
para matarse y hacerle y hacerle compañía.
Estando en estas razones habló la Virgen María:
—Estate, estate el don Juan no hagas tales valentías.
¿Cuánto me diera el don Juan que yo se la vuelvo a vida?
—Yo le diera tres rosarios todos los días de mi vida.
—Tres rosarios me son pocos que más me vale la niña.
—Yo le diera siete rosarios todos los días de mi vida.
La montara en el caballo para su tierra caminan
y en el medio del camino el otro traidor salía.
Echaron el pleito a Roma por ver de quién es la niña,
todos dicen a una voz que de don Juan es la niña,
más vale el que desentierra que el que echa la tierra encima.