La infancia de Gaiferos – Salio
Romance
Romance con referente épico francés: carolingio. Audios recopilados en La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero (2019), de David Álvarez Cárcamo.
Estando la condesina en su palacio real,
con peine de oro en la mano para su hijo peinar.
—Dios te acreciente mi niño Dios te deje acrecentar,
que la muerte de tu padre tú la hayas de vengar,
porque a traición le mataron para conmigo casar,
viniendo de romería de San Juan el de Letrán.
Estando en estas razones viene el moro de cazar:
—¿Qué dices tú boca negra qué acabas de pronunciar?
Que por eso que tú dices el niño va a pasar mal.
Ha llamado a tres criados que al padre comían pan:
—Ir a matar este niño a los montes de Aguilar,
por señas heis de traerme el su corazón leal
y de su mano derecha también el dedo pulgar.
Y ya han salido de noche como quien iba a cazar
y detrás de ellos iba una perra de Galván.
—Mataremos esta perra pues que Dios la trajo acá,
corazón de perra blanca del niño parecerá,
le cortaremos el dedo por eso no morirá,
le dejaremos aquí Cristo le consolará.
Pasara por allí un tío que venía de cazar:
—¿Quién te trajo aquí, sobrino a los montes de Aguilar?
—Criados del perro moro que me querían matar.
Siete años le ha tenido comiéndole vino y pan
y al cabo los siete años el niño soltó a llorar.
—¿Tú qué tienes mi sobrino tú qué tienes que estás mal,
hízote mal el mi vino o te hizo mal el mi pan,
o te hizon mal mis criados mandarelos despachar?
—No me hizo mal vuestro vino ni tampoco vuestro pan,
es la muerte de mi padre que yo la quiero vengar.
—Eres niño muy chiquito pa las armas menear.
—Aunque soy niño chiquito me sobra la halbelidad.
—Tengo jurado sobrino allá en San Juan de Letrán,
mis armas y mi caballo y a nadie las emprestar.
El niño de que esto oyó ya se quiso desmayar.
—Arriba, garzón, arriba no te quieras desmayar,
mis armas y mi caballo estarán a tu mandar,
mi cuerpecillo, aunque viejo para al tuyo acompañar.
De día andaban por montes de noche camino real
y a puertas de la condesa van a pedir caridad.
—No lo quiera Dios del cielo ni la Santa Trinidad,
que a romeros de otras tierras yo les diera caridad,
dareles pan por dinero y vino de caridad.
Cuando lo estaban comiendo viene el moro de cazar:
—No te he dicho condesina esta vez y muchas más,
que a romeros de otras tierras no les dieras caridad,
que yo a romeros maté romeros me han de matar.
Los dientes de la condesa de un golpe mandó rodar
el niño de que esto vio se tiró encima Galván,
de dos idas y venidas mató el romero a Galván.
—Vayan con Dios los romeros viuda me hicieron quedar.
—Si vos no fueras mi madre haría con vos otra tal.
—Yo no tengo hijo ni hija sola en el mundo estoy ya,
que un hijo que yo tenía murió en montes de Aguilar,
en mi cofrecito tengo el su corazón leal,
y de su mano derecha también el dedo pulgar.
—El corazón que tenéis de la perra de Galván
y el dedo que vos guardáis aquí le veréis faltar.