Cerrar
Borrar registro
Va a proceder a borrar el registro con nombre La infanta preñada + La infanta parida – Urdiales de Colinas
Borrar
Cerrar
Antes de publicar
¿Certificas que todos los datos son correctos? Tras la publicación, el registro quedará bloqueado. Más tarde podrás desbloquearlo. Si lo haces, quedará constancia de las modificaciones introducidas tras el desbloqueo.

Guarda el registro como borrador si no lo has completado y vas a continuar en otro momento.
Publicar y bloquear
Cerrar
Desbloquear registro
No olvides volver a publicar el registro tras realizar los cambios.
Desbloquear y despublicar

La infanta preñada + La infanta parida – Urdiales de Colinas

Romance

o
Icono cerradura
o
Categorías
Tradición oral
o
o
Subcategorías
Romances
o
o
Descripción

Romance con referente épico francés: caballeresco. Audios recopilados en La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero (2019), de David Álvarez Cárcamo.

o
o
Transcripción

En el medio de la plaza       hay una rosa encarnada,
que la dama que la pise       será siempre desgraciada,
la ha pisado una modista       la que cosía y bordaba.
Un día comiendo a la mesa       su padre la remiraba.
—¿Qué me miras padre mío       qué me miras a la cara?
—Te miro que estás enferma       y también enamorada.
—No estoy enferma padre mío       ni tampoco enamorada,
es un dolor de cabeza       que me ha dado esta mañana.
Carmela se fue al taller       donde cosía y bordaba,
entre dolor y dolor       entre puntada y puntada,
entre dolor y dolor       el pecho le traspasaba.
Al enterarse su padre       en el estado que estaba,
la sentenciaron a muerte       y la arrojaron de casa.
—Adiós mis padres queridos       que ya no los vuelvo a ver,
me despido para siempre       olvidarles no podré.
Carmen se puso a escribir       una postal a su novio
y la cual era una cita       que tenían que hablar solos.
Rogelio acudió a la cita       que Carmela le había dado
y la encuentra descansando       apoyadita de un árbol.
—Acércate aquí Rogelio       acércate sin temor,
acércate y veras       el fruto de nuestro amor.
Rogelio se va acercando       dando un abrazo a su hijo:
—Ay qué desgraciao va a ser       este pobrecito niño.
—No seas tonto Rogelio       no maltrates a tu hijo,
dónde están los juramentos       que tú hiciste conmigo.
—Los juramentos Carmela       los tengo bien olvidados,
tú te quedas con el niño       y yo me lavo las manos,
toma estas mil pesetas       y vete luego de aquí,
que yo me caso con otra       porque así lo prometí.
—Tienes vergüenza Rogelio       de ofrecerme ese dinero,
quieres tú comparar mi honor       como aquél que compra un perro.