La muerte del príncipe don Juan – Alija del Infantado / Vecilla de la Polvorosa

Malito estaba don Juan,       malito quedó en la cama,
tan malo está que se muere       que no llega a la mañana.
Llamaron cuatro doctores       de los mejores de España,
unos le toman el pulso       otros le miran las aguas,
solo falta por venir       aquel doctor de la Parra.
Y estando en estas razones       el doctor que allí llegaba,
toma veneno en el dedo       en la lengua se lo planta:
—Tres horas tiene de vida       hora y media ya pasada,
media para testamento       media para bien de su alma,
media para despedirse       de la gente de su casa.
Estando en estas razones       su padre que allí llegaba:
—¿Qué tal te va a ti mi hijo       con esta enfermedad larga?
—A mí bien me va mi padre       mejor con la su llegada.
Lo que le pido a mi padre       por dios no le quite nada,
no siendo un anillo de oro       que le di de enamorada.
—Si tú se lo distes de oro       yo se lo daré de plata.
Y estando en estas razones       su mujer que allí llegaba:
—¿Dónde viene la mi esposa       dónde viene la mi esclava?
—Vengo de San Salvador       de oír la misa rezada,
de rogar a Dios por ti       si te saca de esta cama.
—Sí me levantaré esposa       antes de por la mañana,
verás mi cuerpo tendido       pidiéndote una mortaja,
verás pa donde me llevan       pa donde el hombre arremata,
me verás quedar allí       y tú te vendrás pa casa.